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En diversas conversaciones con personas que aún no conocen nuestro proyecto ha surgido inevitablemente esa pregunta. Y al responder uno debe rememorar el espíritu que marcó la fundación de este proyecto. Las Academias Literarias surgen por la necesidad de resignificar la dimensión humana más profunda de la lectura, albergando un espacio en el que esa resignificación pudiera hacerse efectiva. Y cuando hablamos de dimensión humana no nos referirmos simplemente a los beneficios cognitivos evidentes que trae aparejado el hábito lector, sino más bien a cómo la lectura puede ser una experiencia que nos enriquezca como personas inyectándonos sentido, pertenencia y afecto, un itinerario gozoso que nos permite entendernos mejor a nosotros mismos y nos dote, al mismo tiempo, de herramientas para abrirnos y empatizar con otros.  
 
El currículum regular de nuestro sistema educativo, por razones que no es del caso ahondar, suele entregar una mirada más bien restrictiva de la lectura, asimilada a una casuística algo gris de competencias estandarizadas. Entrar a la lectura es ciertamente mucho más que eso; quien abre un libro está abriendo de par en par las ventanas que nos asoman al paisaje del ser humano y sus búsquedas y asombros. Las Academias, a la postre, responden a ese desafío, generando instancias que, al promover un acercamiento distinto a la lectura, permiten mantener viva una mirada humanista y acogedora, tan necesaria en los tiempos que vivimos, en los que urge construir una ciudadanía sensible, crítica y reflexiva. 
 
Armando Roa Vial, Encargado del Programa de Formación de Mentores de Academias Literarias de la RED Irarrázaval.