1000 horas de enseñanzas y aprendizajes para la vida

29 Julio 2021

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Con el fin de desarrollar habilidades “blandas” y capital cultural, en el Colegio Pedro Padre Arrupe de Quilicura, desarrollaron el Programa 1000 horas, destinando este tiempo para la vivencia de experiencias específicas y atractivas para los alumnos, como paseos de observación, clases de natación, conocimiento de la región, entre otras, que aportan a una mirada más amplia de la vida. El director, una profesora y una ex alumna del establecimiento comentan sobre este Programa.

“Un joven estudiante, cuando egresa de nuestro colegio, requiere habilidades genéricas (competencias blandas) para poder insertarse en el mundo adulto, del trabajo y de la educación superior. En general, la mayor parte de estas habilidades se adquieren con la familia y no necesariamente en el proceso formal educativo del colegio”, señala Manuel Arredondo, director del Colegio Pedro Arrupe ubicado en la comuna de Quilicura. Sin embargo, agrega, cuando la familia está en situación de escases y de precariedad, “sus hijos poco o nada lograrán desarrollar habilidades de esta naturaleza”. Y es debido a esta razón, que nace el Programa 1000 horas.

¿Por qué 1000 horas?

La etapa escolar de un estudiante, desde prekínder a cuarto medio, tiene un tiempo aproximado de 13.000 horas. “Nuestro proyecto educativo ha destinado 1000 horas de estas 13.000, para el desarrollo de estas habilidades mencionadas. Es decir, dentro del horario curricular los jóvenes tienen experiencias de vida y aprendizajes, en todos los niveles y en toda su etapa escolar, que les permitirá desarrollar distintas habilidades conforme a sus edades y a su propia madurez como personas”, afirma Arredondo.

¿En qué consiste?

En la práctica, según cuenta Arredondo, desde prekínder a sexto básico, se desarrollan actividades en el colegio, en el vecindario o dentro de la comuna del colegio. A partir de séptimo, las experiencias de vida aprendizajes se realizan en otras regiones del país. Cada actividad está debidamente sistematizada y se desarrolla de acuerdo con el nivel del curso que se encuentra el estudiante y cada proceso de aprendizaje se relaciona con la región y el lugar en dónde se vive la experiencia.

“Por ejemplo, la experiencia que viven los jóvenes en primero medio se denomina Proyecto ‘Sueños y Horizontes’: En este proceso de la vida del o la estudiante, se les invita a declarar el sueño que desean para su futuro próximo. Este proyecto les genera esa posibilidad, acompañados por sus maestros y en el lugar propicio, como es el cielo más limpio del mundo en el Valle del Elqui y las costas y el mar de la Región de Coquimbo, ambos escenarios les revelan y motivan su propio quehacer”.

El programa 1000 horas desde prekínder a sexto básico es obligatorio, el único requisito es el consentimiento del apoderado, y para el 100% de los estudiantes, dentro del horario escolar. Por ejemplo: en quinto básico se realiza el “Proyecto Senderismo”. Las habilidades involucradas son observación, pensamiento temporal y espacial. Los valores involucrados son la gratitud, maravillarse de la creación, la confianza y el cuidado del medio ambiente. Esta actividad se realiza con una salida al mes. Por lo tanto, todos los estudiantes de este nivel tienen 9 salidas al año.

Desde séptimo en adelante, los alumnos deben cumplir algunos requisitos: notas suficientes, asistencia al colegio sobre el 94%; no registrar atrasos a la llegada al colegio; y en convivencia escolar, resolver sus conflictos por la vía pacífica.

Para Susana Valdés, profesora de Educación Física y Salud, este Programa ha sido muy gratificante y significativo: “Este proyecto les estrega a nuestros niños una mirada más global e integra de la vida, les permite reencontrase y reencantarse con su entorno y el espacio en que habitan, ser personas con ideas, opinión y con mirada hacia el futuro que desean construir y vivir”.

Por otro lado, como docente, Susana cuenta que le ha ayudado mucho sentir y experimentar las mismas emociones que desea que viva cada niño: “Esto ha dado el paso para generar un puente de unión entre lo que necesita el niño y lo que yo como docente puedo entregar, por este mismo motivo considero que es necesario sentir y vivir estos procesos para fortalecer el acompañamiento que llevamos con el estudiante”.

“Este proyecto es una gran oportunidad para nuestros niños y para mí como profesora de recibir y entregar una educación integral y completa, desde el inicio de la vida escolar, formando una base firme y concreta, que les permitan transitar un camino limpio y nutrido en su desarrollo personal a lo largo de sus vidas”, afirma Susana.

“JAMÁS SE ME OLVIDARÁ”

Así describe Stephanie Capristán, ex alumna del Colegio Pedro Arrupe su experiencia en el Programa 1000 horas: “Muy grata, llenadora y sanadora, es algo que jamás se me olvidará a pesar de que pasen los años, ahora justamente al escribirle vuelven a mí todos aquellos momentos, recuerdo el contacto con la naturaleza, sentir vitalidad con algo tan simple y amplio a la vez es hermoso”.

Recuerda específicamente cuando estaban recorriendo la región de la Araucanía: “el rector, don Manuel nos llevó a caminar por el bosque, la actividad en sí era caminar en una fila mientras la persona que se encontraba detrás cerraba los ojos de la persona de adelante con sus manos, la primera persona de la fila tenía los ojos descubiertos y era quién guiaba. Llegamos a un río, esa era la meta. Al llegar ahí nos soltamos y podíamos sentir cómo el agua corría, el sonido era increíble. Además del contacto físico y emocional con lo que nos rodeaba, también había una enseñanza de personalidad, compañerismo, empatía, entre otras habilidades blandas que a la larga hacen que nos convirtamos en mejores personas”.

Para Stephanie este Programa le dio oportunidades que nunca hubiera tenido: “Siento que este programa es una gran oportunidad de crecer y ser consciente con las personas y el entorno. Muchas veces no se tienen los recursos para poder viajar. Sé que hubiera sido imposible que a mis 16 años yo o mis padres me hayan podido costear un viaje a al Parque Conguillío, mucho menos a la Isla de Pascua. Sin embargo, este programa es gratuito para nosotros. Ante esto yo me di cuenta de que más que el dinero en sí, lo importante es lo que vivimos en aquellos lugares. Es una clara muestra de que se necesitan más espacios fuera de la sala de clases en donde se puedan aprender diferentes cosas”.

“Siento que, si esto se pudiera implementar en los demás colegios, los estudiantes que salgan serán mejores personas. El programa me hizo entender que la vida al final no es tan mala sólo hacen falta oportunidades, personas que confíen en lo que hace cada uno y en especial amor” concluye Stephanie.

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